El mariscal Bonifacio amenaza de nuevo

Hoy al mediodía, a la hora santa del postpandrial, pude enterarme de que el mariscal Bonifacio había despertado de su letargo. Ha llamado a varias personas, inquieto por el blog del que me ocupo, quiere saber quién soy y preguntó porqué no doy la cara, incluso ha llegado a decir que puede ponerme ante un juez, quizás por la punible razón de ejercer la libertad de expresión. Yo me pregunto, ¿por qué ahora aparece después de tanto olvido, cuando antes nos tuvo tanta querencia? ¿Es que alguna persona sensata le ha aconsejado que trate de detener esta bola de nieve que ha creado? ¿Será que su jefa le tira de las orejas porque el problema ha escapado de su control? ¿O es que ya se burlan de usted por lo bajín llamándolo como yo, mariscal, como cuando era niño le llamaban de otra manera? ¿Puede ser que sus correligionarios de partido comprendan que se ha pasado de la raya? ¿Puedo pensar que usted, mi mariscal, ha vuelto de una amnesia profunda o qué quiere hacer honor a su nombre? No se lo tome a mal, pero cada vez que me hablan de usted dicen que amenaza, y eso no está bien, se lo digo yo que no lo quiero mal aunque me amenace.

Usted se inquieta porque quiere saber quién escribe este Diario. Y le voy a decir la verdad, no soy quién piensa que puedo ser. Digamos que no soy su enemigo, sino su opositor, ¿sabe lo que eso quiere decir en términos dialécticos, verdad? Se lo digo yo, soy el "otro democrático", o lo que usted no puede comprender y convierte en otredad. Digamos que en este momento soy algo así como un álter ego del espíritu de malestar e inconformidad de muchos padres a los que usted está llevando a organizar su rabia. Eso dígaselo a sus jefes. Yo soy Nadie, los que realmente son usted los avasalla: madres, padres e hijos. Ellos sí son porque padecen su incompetencia y luchan contra ella. Ellos son los protagonistas, sobre todo ellas. Ahora bien, como Odiseo frente al monstruo, tengo un nombre, un número de identidad, un abogado y una Constitución que también es la suya para respetarla y cumplirla. No amenace. Mis textos son equiparables como respuesta a la agresión y el perjuicio que padecemos los padres del colegio Tirso de Molina, los de la calle Tejo, el Unamuno y otros que han sufrido la mala gestión de autoridades como usted y me remito a los testimonios, fíjese que no digo siquiera que sean malas políticas. ¿Lo coge?

Usted se queja de que hayamos pedido el socorro de la Concejala Presidenta. Sin embargo, y a pesar de mi sarcasmo con ella en alguna entrada del blog, es justo reconocer a la única autoridad de su partido que ha mostrado sensibilidad al problema. Y no es sólo por su competencia para con nosotros como vecinos. No, señor mariscal, también es porque parece comprender que su papel político exige un mínimo de sensibilidad con los ciudadanos a los que se debe. No voy a relatar aquí la secuencia de despropósitos en los que usted ha incurrido en la relación con los padres, pero sí tengo que decirle que nunca ha mostrado ni la más mínima responsabilidad ni susceptibilidad a diferencia de la Concejala. Usted ha tratado a las madres, y de paso a los contribuyentes y votantes, incluso de su partido, como bestias. Quizá ya sepa hoy que alguna acepción de la palabra mariscal, además, tiene que ver con el trato en las caballerizas.

Aquí, de este lado, casi todos saben quién escribe este blog y de qué modo nació ajeno a la dirección del colegio, al claustro de profesores y al AMPA. Es más, de alguna manera este blog y estas protestas nacieron por usted y eso se lo debemos, ya que nos ha permitido tener conciencia de grupo para defender nuestros derechos cuando los otros como usted no cumplen con sus obligaciones. Usted, paradójicamente, es el autor del conflicto y del blog. Acúsese. Acúsese de ser también Jekyll y Hyde. De cualquier modo le digo en dos palabras porque me llamo Tirso de Molina en el blog, por si acaso no ha leído el perfil: no soy el protagonista, soy una voz más que interpreta el imaginario colectivo de los padres que sienten el dolor de verse abusados por una obediencia impuesta. Todos hacemos el blog. Todos somos Tirso de Molina.

Sin embargo este es un medio abierto y democrático, si tiene algo que decir escriba, discrepe, opine sin ampararse en el ejercicio de su pequeño y efímero poder. Y si no venga el lunes a la concentración contra su mala gestión, ya que en el fondo eso es también lo que se controversia. Yo estaré allí, ¿y usted, mi mariscal, dónde? Cada cual en su puesto.

¡Todos el lunes a las 9 de la mañana frente a las obras!