Por nuestros hijos, contra las obras

Dicen que mañana empiezan las obras en el colegio con las consecuencias que sabemos para el futuro próximo y lejano del colegio. Era de suponer que las obras empezarían, así que no hay que desanimarse. Tenemos que seguir las movilizaciones y gestionar mejor los recursos de protesta. Creo que va llegando la hora de organizarnos mejor y coordinar mejor para estar en las movilizaciones por lo menos un representante de cada casa en estos días de calor y vacaciones. Hay que seguir. Hay que hacerle saber a los malos gestores que atentan contra la educación de nuestros hijos que no somos parte del mobiliario urbano. No podemos callar cuando se trata del bien más preciado de nuestros hogares, del barrio, de la ciudad y del país: los niños.

Cuando callamos ante un atropello estamos otorgando una patente al victimario. Cuando ponemos voz e imagen a nuestra protesta estamos deteniendo una futura humillación cuando menos. No se trata de alzar alguna bandera política como dicen algunos, sino de luchar por nuestra familia que es el más sagrado de los deberes. Son los malos políticos de malas políticas quienes nos empujan a defendernos y es entonces cuando la defensa se convierte en un arma política. Ya sabemos que puede haber buenos políticos de malas políticas y malos políticos de buenas políticas, sin embargo en esta caso la coincidencia es plena en lo negativo. Somos víctimas de la improvisación, la imprudencia, el engaño, la falsedad, la manipulación, la imposición y el autoritarismo, si esas no son razones de oponernos democráticamente a los victimarios aunque sea por dignidad, apaguemos y vayámonos.

La pregunta que debemos hacernos todos para saber si nos movemos o no contra las obras y sus autores intelectuales, no es porqué tenemos que movilizarnos, sino por quién debemos hacerlo. Entonces tal vez todos respondamos lo mismo y estemos de acuerdo: por nuestros hijos. Cada uno con su conciencia, con su iglesia y con su ideología.